La Librería

Pequeños retales de literatura

lunes, junio 02, 2014

Patricia Heras 1. Reina la calma. Rey la violencia

En una entrevista contaba la politóloga Lola Sánchez (recientemente elegida parlamentaria europea por la nueva formación de Podemos liderada por ese otro fenómeno mediático que es Pablo Iglesias), la anécdota por la que al final se le ha acabado conociendo como la “chica del gin tonic”. Ella estaba de trabajadora eventual sirviendo copas en un restaurante en el que se presentaron a un almuerzo varios concejales de Cartagena, del PSOE, el PP e IU, y se pidieron varios gin tonics. Me imagino que ella al reconocerlos debió entablar algo de conversación con ellos, sacando a colación sus estudios, y una de las concejalas presentes le espetó: "¿Cómo es que una chica con tantos estudios como tú está trabajando de camarera?". A lo que Lola Sánchez se tuvo que tragar el sapo, y reprimirse las ganas de soltarle la contestación que de verdad hubiera deseado.

En realidad cuento esta anécdota por otra historia que he conocido estos días y que me ha dejado bastante impactado; la de una chica igual de sensible como inteligente, que dominaba varios idiomas y que tenía la carrera de Filología, pero que mientras vivió solo alcanzó a encontrar empleos precarios, que iba encadenando en lo que parecía una carrera sin fin. Entre sus múltiples trabajos, el más estable fue el de camarera en un bar del Raval, donde acudía cada día montada en su bici, en su lucha diaria por sobrevivir en una Barcelona que la había adoptado, pero que terminó devorándola.

De quién estoy hablando, hablo de Patricia Heras y hablo de este libro:

Patricia Heras

Y hablo desde estos días donde mi barrio, Sants, se ha convertido en una “zona de guerra” entre grupos violentos antisistema y mossos d’esquadra. Todo por la apresurada demolición de la simbólica casa okupa de Can Vies, que ha acabado con manifestaciones continuas por colectivos afines. Y con posteriores disturbios por parte de los más violentos que han generado múltiples destrozos en el mobiliario urbano, incendios varios y decenas de detenciones.

Can Vies

Pero quizás sea mejor centrarme en la historia de Patricia Heras, que aunque los okupas la han tomado como un símbolo reivindicativo desde que murió, ella más bien era ajena a su movimiento, y su perfil -en su peculiaridad- era quizás más similar al de los muchos jóvenes mileuristas que habitan Barcelona (¡Cómo han cambiado las cosas! Hace unos años se hablaba de los mileuristas como la parte más desafortunada de los trabajadores, y ahora en esta época de crisis si aún conservas tu empleo precario ya te puedes considerar afortunado).

Copio un párrafo del diario de Patricia Heras, lo que escribió hace unos años y que bien podría servir también para estos últimos días de disturbios:

Imposible pegar ojo esta noche. El mal rollo que nos dejan las noticias de los altercados en el centro de Barcelona tras la jornada de huelga general sólo podemos ahogarlo en disidentes gin-tonics que disipen la rabia contenida. Así que acabamos el jueves en La Candela cociditas como loros y perdidas en dulces maldades que nos roban el sueño.

Y así empezando y terminando con sendos gin tonics, lo dejo aquí por hoy, porque sino esta historia que ya de por sí es enrevesada y complicada, se me haría demasiado extensa de explicar con un único post, así que espero dosificarla, y dedicarle como mínimo un par más.

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