La Librería

Pequeños retales de literatura

miércoles, febrero 27, 2013

Elaine de Astolat y Lanzarote (2ª Parte)

Ahora voy a contar una de esas historias tristes que siempre encuentran su espacio para acomodarse en la historia de la literatura trágica. Así que atentos. Cuando leí el libro de John Steinbeck sobre el ciclo del Rey Arturo (Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros), una de las historias que esperaba encontrar con más interés es el relato de Lanzarote y Elaine, de la cual había oído hablar por otros motivos que revelaré en el siguiente post de esta serie artúrica. Mi decepción es que aunque encontré a Elaine en el libro, de hecho encontré a dos Elaines, ninguna respondía a la historia que yo estaba buscando.

Las dos Elaines que aparecen son: por un lado la propia mujer de Steinbeck –¡su tercer matrimonio!-, a la que él menciona varias veces en sus cartas a su editora, ya que de hecho en ese periodo en el que Steinbeck trabaja en su readaptación de la obra de Thomas Mallory, viven los dos en una cabaña de Inglaterra alejados del mundanal ruido; por lo que su esposa, Elaine Anderson Scott, forma parte de la cotidianidad diaria del escritor. La otra Elaine que aparece es la madre de Lanzarote. Sin embargo existe supuestamente otra Elaine en esta historia, y es la que tiene un hijo con el propio Lanzarote. Ésta, lamentablemente, no aparece por ningún lado en el libro de Steinbeck.

Primero un detalle: me parece sospechoso que haya una Elaine que sea la madre de Lanzarote y a la vez otra que sea la madre de su hijo, sumado encima a que Lanzarote tenía por nombre de nacimiento (Galahad), que precisamente es el mismo nombre que puso a su hijo. Mmmmm… ciertamente desde un punto de vista actual podría tener la lógica de la tradición familiar de heredar los nombres, sumado a una casualidad homónima entre “suegra y nuera”, pero yo sospecho que en realidad estas historias que son fruto de poemas cantados, en realidad desdoblaron en algún momento de la creación del mito a una única Elaine y aún único Lanzarote (Galahad) y luego una vez estas historias fueron duplicadas, se terminaron encajando con el tiempo de alguna forma para que todo lo relatado sonase coherente.

Pero bueno, pasemos un poco a relatar la historia de Elaine y Lanzarote, que de hecho es la parte más didácticas de este post. Se dice que Lanzarote era el caballero más puro de la Corte del Rey Arturo, un día en su búsqueda de aventuras llegó a los territorios del Rey Pelles (guardián del Grial) y que allí le hablaron de una muy bella doncella –hija del Rey Pelles-, que vivía encerrada en un torreón por un hechizo, y de la cual solo el caballero más noble podría liberarla (esta historia me hace recordar el cuento de La Bella Durmiente).

Lanzarote acudió a la torre para liberar a Elaine y una vez lo hizo, Elaine se quedó prendada por el caballero, pero pese a los encantos de Elaine, Lanzarote permanece fiel a los votos de fidelidad que había hecho hacia la reina Ginebra (esposa a su vez del Rey Arturo). Por lo que Elaine opta por acudir a un brebaje que hechizará a Lanzarote y le hará verla a ella con la apariencia de la propia Ginebra. Así que Lanzarote acaba siendo víctima de un encantamiento, y se acuesta con Elaine creyendo que es Ginebra, y además, otro detalle, de esa noche de pasión nacerá Galahad (esta historia es similar también a la de Uther Pendragón, padre del rey Arturo, que también concibió a su hijo heredero mediante otro encantamiento que le hizo adoptar la fisonomía de otra persona). Lo que da que pensar que por esa época que lo de meter los cuernos y luego utilizar la excusa del encantamiento podía ser una práctica habitual para ingenuos esposos cornudos (para saber más sobre el tema del adulterio uno puede leer la Jerarquía de Cornudos de Charles Fourier).

Otro detalle, me parece interesante señalar que esta extirpe del caballero del Lago -debe su nombre a la Dama del Lago- es la que desciende de José de Arimatea, y que después de Lanzarote, continúa con Galahad, que es la persona que podrá luego alcanzar el Grial y que también a veces responde al nombre de Perceval (o de alguna manera se funden o confunden ambas historias). Siglos después un escritor al que proclaman el rey del terror, construirá todo un mundo mágico a partir de un pistolero que busca una torre en un mundo apocalíptico. El pistolero es Rolando de Galaad (derivación de Galahad), y el escritor, por si alguien no sabe de quién hablo, es Stephen King.

Pero volvamos a Elaine y a Lanzarote, el caballero despierta de su hechizo y entonces arrepentido abandona a Elaine, estando ella embarazada. Elaine rechazada, entrará en un estado de letanía, en el que poco a poco le irá abandonando la vida. Después de dar a luz fallecerá y su último deseo es que su padre, el rey Pelles ponga sus restos inertes en una barcaza negra junto a una carta que va dirigida a Lanzarote (¡Qué hermosa y trágica carta debió ser!). Dejada el cadáver al amparo de la corriente de un río, que la llevará hasta las orillas de Avalon.

Elaine de Astolat

¿Y esta imagen de una mujer sobre una barca, no les hace pensar en la obra de un pintor? La respuesta como dije al principio de este post, en el siguiente capítulo de esta serie artúrica.

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jueves, febrero 21, 2013

Impresoras Vs Gatos

Poner gatos o mujeres con poca ropa suele ser uno de esos recursos que siempre funciona para atraer miradas ajenas. Pero lo malo de exponer mujeres que pasan frío es que uno corre el riesgo de que con mucho destape aparezca papá Google y le censuren el blog. Es por eso que aquí siempre nos decidimos más por los gatos como protagonistas, que son más seguros.

Hoy ha sido El Día Internacional del Gato. ¿Y por qué se preguntarán las mentes preguntonas? Está bien lo explico… según parece en un día como hoy murió el gato de Bill Clinton, Socks (Calcetines), gato que se hizo famoso durante el tiempo que Clinton estuvo en la Casa Blanca por ser un inquilino más.

Aunque al final los Clinton tuvieron que desprenderse del gato, porque no se llevaba bien con la otra mascota que tenían: el perro Buddy. Así que Socks se lo quedó –si es posible poseer a un gato- la secretaria de Clinton, Betty Curry que se había encariñado con él.

El 20 de febrero del 2009, Currie tomó la decisión de practicarle la eutanasia debido a que el gato estaba muy enfermo y tenía problemas de tiroides, riñón y un cáncer que iba desde la garganta hasta mandíbula (vamos, que el pobre gato había gastado ya casi todas sus vidas y ya le quedaba poco recorrido).

Para celebrar este día, he buscado por la red y he encontrado un breve relato que me ha gustado bastante. Dejo aquí un fragmento. El resto puede leerse en el blog Balazos de David Alvarez aquí.

“Me gustaba cómo se me dormía sobre la barriga mientras daban fútbol en la tele. Y me gustaban muchas cosas más de Gorgias, pero bastante blando me siento ya contando que se me murió como para seguir con los recuerdos facilones. Porque la gata -efectivamente- se murió. De repente se puso enferma y andaba arrastrándose debajo de las sillas. La dejé con el veterinario como quien deja el coche para la revisión de los 60.000: con la seguridad de recogerla un par de días después en plena forma. Pero no era un coche, porque cuando el veterinario desapareció con ella tras la puerta, se me anudó el estómago.”

Dejo también un par de links más, con dos webs de referencia en lo que se refiere al humor con gatos: lolcats y Caturday.

Y lo prometido, un par de capítulos de la guerra de los gatos contra esas malignas impresoras que atacan a traición.

Impresora 1 – Gato 0



Impresora 2 –Gato 0 (como el Milan contra el Barça... hoy Crudeli estará eufórico)

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lunes, febrero 18, 2013

Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros -John Steinbeck- (1ª Parte)

Steinbeck Arturo Terminé de leer hace unos días Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros del escritor John Steinbeck, y este post permanecía en mi mente en un estado de ininterrumpida latencia. Sabía que quería escribir una serie de posts acerca del mito artúrico, pero al final siempre me fallaban las fuerzas y las ganas; y esta tarea se convertía –salvando por supuesto las distancias- en algo tan frustrante para mí como la propia búsqueda del Grial por parte de los caballeros que componían la mesa redonda. Pero durante estos días mis pensamientos han ido madurando y al final creo que he encontrado justo el punto en el que me apetece orbitar, así que auguro que en los próximos dos o tres posts, aquí, voy a cubrir cada una de mis palabras con la pesada armadura de los caballeros andantes. ¡Esperemos que ésta no esté demasiado oxidada!

Pero saltémonos ya los vacíos prolegómenos y vayamos a la médula del hueso. La lectura del libro de Steinbeck es interesante, y eso que no encontré algunas de las historias que esperaba encontrar (el relato que me interesaba especialmente leer y que prácticamente en el libro se omite es el que da cuentas de la propia búsqueda del Grial), sin embargo el libro me ha revelado varias sorpresas, como las cartas que componen el último capítulo a modo de apéndice, en las que Steinbeck escribe tanto a su editora, como a algún amigo profesor que le ayuda en su trabajo de traducción (la intención del escritor es realizar una nueva versión actualizada en el idioma, y parte para ello del libro de Thomas Malory, La muerte de Arturo, basado éste a su vez en los escritos de Chrétien de Troyes. En realidad las primeras referencias al Rey Arturo se dan en poemas galeses). En estas cartas Steinbeck va describiendo detalladamente su proyecto de traducir esta obra al inglés moderno, y como poco a poco va construyéndose una idea sobre la personalidad de Malory (éste por cierto escribió su libro desde la cárcel mientras cumplía penas por asesinato y violación, aunque Steinbeck plantea la hipótesis de que estas acusaciones pudieran ser falsas), y es en esta misma comprensión donde consigue liberarse de la rigidez que imprime la tarea de la traducción, en pos del propio interés literario. De hecho estas cartas me han parecido que tenían la suficiente entidad para haberse editado por separado, ya que aportan una buena serie reflexiones que hace Steinbeck y su precisión al narrar su trabajo, dan una abundante cantidad de temas sobre los que críticos podrían haberse entretenido teorizando, mientras rellenaban páginas y páginas con algún tipo de ensayo distinto a la propia narración artúrica.

Es bastante curioso el dato que el libro en cierta manera acabó sobrepasando al propio Steinbeck, y como éste terminó apartando este proyecto y dedicándose a escribir sus otros libros. La última escena que narra Steinbeck es justo la escena de la infidelidad de Lanzarote con Ginebra, una infidelidad que en cierta manera goza de la actualidad de cualquier adulterio en una relación triangular en el que se que se conjuguen erráticamente las palabras amistad y amor. Con esta escena que tiene tanto de pasión como de traición, Steinbeck abandona su traducción durante años, aunque sigue investigando los datos necesarios para seguir la historia como refleja en las cartas que escribe, pero ya no volverá a encontrar la inspiración necesaria para continuar su labor. El morirá y su inacabado libro será editado póstumamente.

También me parece curioso como esta historia del ciclo artúrico va pasando de mano en mano, perfeccionándose y adecuándose cada vez más a nuestros tiempos. En la versión de Steinbeck -aún bastante fiel al libro de Malory- aparecen infinidad de personajes y las aventuras que se narran a veces se vuelven repetitivas; con caballeros que cruzan armas con otros con la única finalidad del afán de aventuras y demostrar que unos son más hábiles que otros en el manejo de la lanza o la espada; y por ejemplo aparecen una y otra vez escenas en las que un caballero que se sitúa custodiando un puente, con el único propósito de no dejar pasar a ningún otro caballero que ose intentar pasar, a no ser que lo derrote a su paso. Cuando se lee la primera vez tiene su interés, pero luego uno se acaba aburriendo de tales descripciones.

Como ya digo el libro peca para mi gusto de exceso de personajes y de luchas repetitivas, pero a su vez tiene muchos elementos para que la lectura sea interesante, como episodios humorísticos (¡hay hasta un divertido encuentro de roces sexuales entre Lanzarote y otro caballero en el que fruto de una confusión se encuentran juntos en un camastro ambos creyendo que el otro es una mujer, y que no deja de ser un episodio gay bastante ignorado y que queda por tanto también encuadrado dentro del ciclo artúrico). Y también me han encantado algunos de los divertidos diálogos que a veces ocurren entre los caballeros y las damas a las que cortejan, que dan las mismas claves del arte amoroso que podrían utilizarse en la actualidad.

Pero sin desmerecer la narración de Steinbeck, el ciclo artúrico para mí mejora a pasos agigantados, una vez revisionada y tamizada por el director de cine John Boorman, y su espectacular película Excalibur (basado en una adaptación del guionista Rospo Pallenberg), porque la película hace una poda de la historia de Malory, y la despoja tanto de personajes secundarios como de historias superfluas, que seguramente tendrían sentido en su origen trovadoresco, pero que para el ojo actual, no dejan de ser capítulos algo aburridos en los que se enreda el desarrollo narrativo y se aporta finalmente poca chicha a la trama principal.

Boorman sabe encontrar el corazón de la historia, y con su cámara va allá donde sabe que puede sacarle más jugo. Y allí donde Steinbeck había dado un paso, Boorman da sin duda tres más; embelleciendo las partes heroicas, y acrecentado los momentos dramáticos, y no solo clarifica la narración principal, sino que además la adapta perfectamente al lenguaje cinéfilo, consiguiendo como resultado una hermosísima historia dotada de sin duda mayor consistencia. Digamos que si cada uno de estos autores –y otros muchos más que no nombro- aporta su grano de arena en la constitución del mito artúrico es John Boorman, el que a mí me parece que hace una de las aportaciones más interesantes.

Y me quedo aquí. Los próximos mandobles prometo serán más precisos. Y como me he deshecho en loas a la película de John Boorman voy a dejar aquí una de sus grandes secuencias épicas, con la característica música de fondo de Carmina Burana (en realidad prefiero la primera escena -que no he encontrado- en la que suena la música, que es cuando Arturo joven va a ayudar a Leodegrance que está siendo asediado, y que concluye el asalto cuando su enemigo Uryens le acaba nombrando caballero con una escena que recuerda a un bautismo). Compruebo ahora la filmografía de este director y por varias de las películas que le reconozco, creo que puedo decir que estoy ante un director de los grandes.

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sábado, febrero 16, 2013

Tombuctú bien vale una guerra... o no

Balian: ¿Cuánto vale Jerusalen?
Saladino: Nada... (Señalando a Balian y los cristianos) Todo... (Señalándose a sí mismo)


El reino de los cielos –Ridley Scott-


La siguiente foto fue publicada hace un par de semanas en los periódicos, esta hecha en el conflicto de Mali por el fotógrafo Issouf Sanogo, y en ella se aprecia en un primer plano la figura de un soldado francés que se ha cubierto la cara con un fular y unas gafas para evitar tragar arena; el fular tiene dibujado una calavera y este fue de hecho el origen de la polémica que luego se generó tanto en la sociedad francesa como en los altos mandos del ejército galo.

Soldado

Confieso que cuando vi por primera vez esta fotografía me fascinó, por la pose intimidante del soldado, blandiendo lo que parece un fusil de asalto, y con la calavera en el rostro –a mí que siempre me ha agradado el tema de las calaveras-. Luego leí la noticia y entendí un poco los argumentos del ejército francés y el por qué inmediatamente desautorizó ese tipo de fulares, bajo el pretexto de que vestidos así, los franceses en vez de parecer los libertadores de Mali, parecían pertenecer al ejército de “los malos”, y los yihadistas podían utilizar este tipo de fotos como propaganda al identificar a los soldados franceses como soldados al servicio de la muerte.

Aquí es cuando ya me puse a dudar. Una guerra es una guerra y sabemos que hay siempre muertos y sufrimiento. ¿Puede ser esta realmente profiláctica? ¿Puede tener sentido ocultar ciertas fotografías que puedan crear un cierto impacto en el mundo occidental? ¿Ojos que no ven corazón que no siente? Dicen que la guerra de Vietnam la perdieron los EEUU cuando comenzaron a salir por la televisión las imágenes de los ataúdes saliendo de los aviones de vuelta a casa. Sadam Hussein intentó varias veces utilizar los cadáveres de niños de supuestas víctimas colaterales (los cadáveres desde luego existían), como medio para intentar frenar los bombardeos del ejército americano sobre objetivos irakíes.

¿No tiene algo de obsceno el razonamiento en sí de que permitamos los daños de las guerras mientras no nos los muestren? ¿Pero podemos acaso quedarnos de brazos cruzados cuando una población se ve amenazada por alguna facción rebelde o un despiadado dictador?

Hace unos días Tombuctú fue liberada de las fuerzas yihadistas por las tropas francesas, cuando los yihadistas se retiraron de la ciudad ante el avance de los franceses, y yo me alegré por ello pensando también que la biblioteca de Tombuctú (en la que se guardan muchos de los manuscritos de los moros que fueron expulsados de la península en 1492) se había mayoritariamente salvado. Luego recapacité y me planteé si valía más la pena de cualquier manuscrito a la de cualquier persona que muriese por el conflicto, y ahí me vine abajo, cuando empecé a dudar hasta que punto vale la pena cualquier guerra, y si debemos seguir interviniendo sobre conflictos ajenos a nuestras fronteras.

Confieso que la respuesta me viene un poco grande, y prefiero que ello lo decidan nuestros gobernantes cuando ellos lo vean necesario. A esto me refería hace unos días cuando comentaba la obra de teatro que fui a ver tenía demasiados claroscuros, para mí es mucho más fácil vivir mi día a día cotidiano, sin plantearme demasiado lo que ocurre de puertas a fuera, porque me muestro incapaz de dar respuestas contundentes a este tipo de conflictos donde se entrelazan demasiados intereses y demasiado sufrimiento.

Hay unos artículos que circulan por la red de un tal Chris Hedges que denuncia que los EEUU recurra a la tortura de sus prisioneros, que me parecen muy interesantes, y es quizás en estos puntos en los que sí que sé que estoy de acuerdo. Entiendo que tal como está el mundo a veces es necesario que entremos en guerra, entiendo que estas guerras producen daños colaterales cuyas fotografías sé que no me van a gustar, pero lo que no puedo entender es que por ejemplo se recurran a torturas de prisioneros para intentar ganar una guerra, o que se permitan prácticas como las de Abu Ghraib o Guantánamo. Pero, ¿dónde está exactamente la línea que creo que no se debe cruzar? Chi lo sa.

Y para distender un poco la sensación de seriedad que tengo con este post, algo que siempre funciona: mujeres y armas moviéndose al ritmo de una buena canción:

Charli XCX - You (Ha Ha Ha)

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miércoles, febrero 13, 2013

Mariano Rajoy y el doblepensar

Soy una persona que nunca me gusta dar nada por sentado, y que aunque a veces tenga aparentes convicciones, en el fondo descreo de todo que no parta del principio de la duda. Es por eso que cuando discuto con amigos de lo que sea, y les veo defender sus argumentos con vehemencia, a mí me gusta hacer de abogado del diablo, no por diversión, sino más bien, para que la otra persona vea que se puede ir más allá de lo que marca el aparente horizonte. A veces esta postura mía crea confusión, porque igual exagero un punto de vista para que la otra persona vea más claro alguna idea alejada de su planteamiento, pero en vez de provocar ese efecto mayéutico, lo que provoco es que acabo siendo acusado como defensor de dicha exageración.

Hay una palabra que traigo ahora a colación que creo que la inventó George Orwell en su famosa distopía 1984, que es el “doublethink” (doblepensar), actitud que se produce cuando la mente puede albergar dos opiniones contradictorias a la vez. De hecho pienso que la mayoría de nuestros pensamientos hay algo de esto, y no tanto razonamos, como racionalizamos (nos justificamos a posteriori de nuestros gestos intuitivos). De hecho el doublethink llevándolo al extremo no deja de ser el arte de creerse las propias mentiras. ¿Alguien se cree por ejemplo que Mariano Rajoy está diciendo toda la verdad que conoce sobre los tejemanejes del señor Bárcenas? (Lo siento, pero lo tenía que soltar). Pues bien, no dudo de la honorabilidad del propio Rajoy y la de algunos otros dirigentes de su partido, pero eso no quita que pienso que ellos mismos saben perfectamente que no dicen toda la verdad de lo que saben, pero a la vez que sucede esto, ellos mismos acaban creyendo sus propias medias verdades ¿una media verdad es una mentira? Juzguen ustedes mismos. Recuerdo con cierta gracia el famoso impeachment que se le realizó a Clinton, y como este se encabezonó en afirmar que no había mantenido relaciones sexuales con la señorita Lewinsky, hasta que al final las pruebas en su contra eran tan evidentes que terminó confesando el asunto de la felación, claro está que luego justificó su mentira diciendo que para él un trabajillo oral no entraba dentro de lo que podríamos catalogar como “relaciones sexuales”.

Me imagino que algo así sucede en el PP, y de hecho no deja de ser un comportamiento bastante humano lo de no quererse echar piedras sobre el propio tejado, tanto como el de lavar la ropa sucia en casa propia. Seguramente solo gente de altura moral está dispuesta a defender la verdad con todas las consecuencias que estas conlleven (veía el otro día por tercera vez la película Excalibur de John Boorman, y hay un momento que un caballero le pregunta a Merlín que cualidad es la que por encima de todas debe tener un caballero, la respuesta de Merlín era “la verdad por encima de todo”). Pero la expiación no es un gesto demasiado apreciado dentro del gremio de los políticos; donde lo que prima es intentar siempre ganar las siguientes elecciones para mantenerse en el poder y para ello hay todo un arte en decir medias verdades. No dudo que también hay una intención de gobernar bien -que se presupone igual que el valor en el soldado- pero eso no quita que todos los partidos tengan entre sus filas manzanas podridas, y entre amiguismos o extraños corporativismos, los partidos se muestran incapaces de cesar a los corruptos, y date un canto en los dientes si de vez en cuando se deciden por fin retirar el carnet de partido a alguno de los acusados de corrupción.

Hasta ahora he hablado del PP, pero en realidad podría haber hablado de cualquiera de los otros partidos políticos que tienen responsabilidades gubernamentales. En todos los lugares cuecen habas, y lamentablemente el poder y el dinero son poderosísimos agentes corruptores. Seguramente si a la mayoría de las personas nos viene alguien y nos ofrece una determinada cantidad de dinero “regalada” por algún pequeño favor, son muy pocos los que le harían ascos y no lo cogerían, y casi nadie tampoco se interesaría por la procedencia de ese dinero. Es por eso que creo que se han de crear nuevos mecanismos para detectar más eficientemente la corrupción y la justicia pueda actuar más rápidamente. Por ejemplo me parece lamentablemente que el delito fiscal se cancele a los cuatro años. Ya que… supongamos que tenemos un alcalde corrupto en una ciudad o pueblo cualquiera de la geografía española –no será difícil de imaginar- y este abandona la alcaldía al cambiar la legislatura, y es remplazado por un nuevo equipo de gobierno que descubre delitos fiscales en las cuentas anteriores del ayuntamiento ¿la fiscalía entonces ya no puede actuar si han pasado los cuatro años a partir del fraude? Si es así, me parecen unas leyes fiscales deplorables.



Este video lo ví el otro día en el programa del Intermedio, y me hizo mucha gracia sobretodo porque la cara de Merkel es todo un poema (me hace mucha gracia cuando el Gran Wyoming pone voz a los pensamientos de Merkel y dice eso de: “¿Cómo ha llegado este hombre a presidente?”. Por otro lado creo que a quién más o quién menos se nos ha caído un bolígrafo en alguna reunión importante o nos ha sonado un móvil cuando éste tenía que estar en silencio. Puro doblepensar. ;)

Y hablando de Alemania, me parece desproporcionado que en Alemania una ministra dimita por haber copiado una tesis doctoral, mientras aquí hayan políticos que están imputados en múltiples causas y con flagrantes indicios de delito, y que continúen en sus puestos como si nada estuviera pasando. Si que entiendo que uno es inocente hasta que no tiene una condena firme a sus espaldas, pero también creo que a veces es tan evidente la corrupción perpetrada durante ciertos mandatos, que no cesar o dimitir, es ponerse una venda en los ojos de los propios partidos políticos, y lo que es peor intentar ponérsela a los ciudadanos; que aunque podamos ser algo inocentes, el pueblo llano no es tan tonto como algunos se imaginan.

Y siguiendo mi divagación, confieso que en mi carrera lo de la copia de proyectos de fin de carrera era una práctica habitual de la que poca gente se salvaba, yo me curré bastante el mío y aunque partía de otros proyectos parecidos, introduje muchísimas aportaciones que hacían el mío bastante diferente a los proyectos que utilicé de referencia, así que por mi parte me declaro inocente ¡Lo juro! Ya se sabe que no hay original si la copia es mejor (ya lo decía Voltaireel plagio está permitido si tras el robo le sigue el asesinato”).

Aunque lo crean o no, no vine a hablar de política… pero me lío, me lío…. y luego sale lo que sale. Intentaré retomar el hilo del post anterior en el siguiente, que en teoría era lo que tenía pensado. Aunque bueno, todo en el fondo sigue las riendas del doblepensar.

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miércoles, febrero 06, 2013

DISPARA, AGAFA EL TRESOR, REPETEIX en el Teatre Lliure de Montjuic

Voy a ver si posteo algo, que llevo unos días que no hay manera (estoy últimamente algo ocupado, y el poco tiempo que tengo lo he utilizado para ir un par de veces al teatro o algún acto de la Barcelona Negra que estos días se celebra por aquí). Pero para agradecerle a Sílvia que me invitó el otro día por unas entradas que tenía para ver la obra Dispara, agafa el tresor, repeteix ("Dispara, coge el tesoro, repite") voy a hablar un poco de esta obra del autor británico Mark Ravenhill y adaptada aquí por Josep Maria Mestres. Pero antes un breve previo:

Al ver la reciente película "La noche más oscura", en la que al final un grupo de asalto de soldados americanos dan caza a Osama Bin Laden, me llamaron la atención dos aspectos, el primero es que el éxito de encontrar al terrorista que llevaba años burlando a los servicios de inteligencia norteamericanos, se debió principalmente a la perseverancia de una única investigadora que nunca desesperó en lo que parecía un búsqueda estéril para los demás. La otra cuestión que me parece remarcable de la película es que muestra que para encontrar a Bin Laden, la primera pista se consiguió mediante métodos de tortura “reglamentados” por el gobierno americano. Me gustó especialmente ese detalle porque nos mete de lleno en el debate moral sobre si estás prácticas son éticamente lícitas, ya que por una lado entendemos que hay que hacer todo lo posible para evitar que se cometan nuevos actos terroristas, pero por otro lado choca frontalmente con el principio de respeto hacia la vida humana, sea de quién sea. Personalmente opino que es mejor evitar estas prácticas, ya que considero que una vez se traspasa la línea de los derechos humanos, entonces es fácil ya dar nuevos pasos más allá hasta llegar a límites muy peligrosos; la tortura deshumaniza a la sociedad que la comete, y acaba convirtiendo a las víctimas en verdugos, como ha sucedido en casos destapados por la prensa como el de aquellas fotografías de las brutales prácticas que se realizaban en las cárceles de Abu Ghraib, o el caso de terrorismo patrio que hemos tenido aquí por el GAL.

Uno puede pensar que mientras sea a “los otros” los que acaben sufriendo estas prácticas tampoco pasa nada si eso sirve como método preventivo para proteger a nuestras sociedades occidentales, pero la mayoría de los seres humanos tenemos la sorprendente cualidad de empatizar con los sentimientos humanos de los demás, y basta ver otra película como puede ser la de “Mi nombre es Khan” en la que un inocente musulmán que vive en San Francisco de origen indio, es torturado por los servicios americanos al equivocarse al catalogarlo como posible terrorista, para entender que la violencia practicada por el estado es una práctica totalmente reprobable, a parte de ser un callejón sin salida para la misma sociedad, ya que lo único que produce es que aumente la violencia entre sus ciudadanos al desprestigiar el propio valor de la vida, y no soluciona nada de puertas a fuera, salvo el aumento de los odios de unos contra otros. Es un debate abierto, pero yo soy de los que creen que por ejemplo la política del ojo por ojo practicada por el estado Israel, ha transmutado a los herederos de los campos de exterminio, en verdugos implacables sobre sus vecinos Palestinos. Por supuesto hay matices, pero, no tengo dudas que el peor terrorismo es el que está legitimado por el propio estado.

Pero vayamos a la obra de Mark Ravenhill que ya está quejándose por la espera. Está obra está compuesta por siete escenas, cada una de unos veinte minutos, por lo que la obra dura más de dos horas al que además hay que sumarle un descanso, con lo que quién vaya a verla que sepa que pasan unas tres horas entre que uno entra por la puerta del Teatro Lliure, y vuelve a salir. Vamos, que tanto para mí como para Sílvia se nos hizo un poco larga.

En la obra hay varias caras conocidas, la de Carmen Machi que lo hace estupendamente bien (¡esta mujer es una máquina como actriz!), o la de Alex Casanovas que también lo hace bastante bien, y los demás que no conocía, pues también van con notas del correcto al notable alto.

Los sketchs son independientes aunque se retroalimentan unos a otros ya que todos son en cierta manera distintas visiones que deambulan sobre unos mismos temas que relacionan conceptos tan pomposos como la democracia, la libertad, con otros más oscuros como el miedo y el terrorismo. La sensación que uno tiene al ver estas distintas escenas es la que tiene por ejemplo el lector de Las palmeras salvajes de Faulkner, cuyo relato se editó alternándose con el de El viejo, haciendo uno de contrapunto del otro, tal como fue la intención del escritor.

El argumento como ya digo es intentar entrever distintas situaciones donde los conceptos occidentales de la democracia o la libertad, se acaban diluyendo a efectos de la violencia más o menos implícita, en una situación en la que siempre amenaza el terrorismo o la guerra, y donde al final los personajes por regla general acaban sufriendo de alguna manera. Sílvia me comentó cuando ya nos íbamos, sobre percibir la obra en “clave femenina”, por el protagonismo de las madres o los distintos tipos de mujer que se muestran, pero no deja de ser para mí una consecuencia lógica de que haya más número de actrices que de actores en esta obra, y que además se desarrolle básicamente en interiores, ya que propia la guerra es la que supongo se suele “rodar” en exteriores y esta parte es la que pertenece mayoritariamente al mundo de los hombres.
Josep Maria Mestres
Hay momentos de humor en la obra y eso siempre es bueno, y como antes decía se nota mucho el trabajo de los actores y su buen oficio, pero el problema para mí es principalmente que la obra es demasiado larga y uno al final acaba con una cierta empanada mental, donde se aportan tantos y tantos matices en cada sketch, que al final acabas desconcertado con la posible moraleja de la obra o sencillamente preguntándote si la hay (igual el problema es mío, pero a mí me gusta que siempre la haya). Si uno por ejemplo coge libros donde se plantea el terrorismo, como Los justos de Camus o Los demonios de Dostoievski, acaba terminándolos con una cierta sensación de lección aprendida, mientras que tras la obra de Ravenhill uno sale del teatro solo con la percepción de que el mundo es demasiado complejo para catalogarlo todo en blancos y negros; cosa que más bien ya sabía (los de ciencias tenemos todo un campo de lógica difusa –fuzzy logic- apoyado en este concepto). Pero bueno, aquí haré todo lo contrario que el actor Toni Albà hizo con la anterior obra de Machi, y les recomendaré que vayan primero a verla y después ya juzguen.

Mi duda final está en el título Dispara, coge el tesoro, repite (Shoot / Get Treasure / Repeat) que leí en algún lado se debía algún mensaje de algún juego de ordenador, a mí el “Repeat” me desconcierta, yo soy más de “go on” y si me apuras “insert coin”). Y queda alguna cosa más que decir pero lo dejaré para algún otro post, que este ya comienza a tener proporciones considerables y no sea que acabe rebosando mi columna central (hoy que tengo tiempo programaré un par más).

Este es el orden de las piezas y el reparto (me gusta mucho el hecho de que el título de cada sketch parece inspirado en un clásico literario):

Las troyanas (Sílvia Bel / Boré Buika / Mar Casas / Gonzalo Cunill / Mónica López / Carmen Machi / Àurea Márquez)

Terror y miseria (Mónica López y Àlex Casanovas)

El crepúsculo de los dioses (Sílvia Bel y Mar Casas)

La madre (Boré Buika / Carmen Machi / Àurea Márquez)

Pausa

El paraíso perdido (Roger Casamajor / Àlex Casanovas / Mónica López / Àurea Márquez)

Crimen y castigo (Sílvia Bel y Gonzalo Cunill)

Guerra y paz (Roger Casamajor y Adrià Roca/Oriol Sans)

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