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Pequeños retales de literatura

viernes, agosto 31, 2012

Eduardo Galeano y la utopía

Hace más o menos un año, Eduardo Galeano pisó suelo catalán para recibir el Premio Manuel Vázquez Montalbán en la categoría de periodismo deportivo. Me alegré por ello, ya que considero que se lo merece por su trayectoria y su demostrada ética. Galeano me recuerda a “los verdes” a los que nunca voto, pero me encanta que ocupen su papel correspondiente dentro de la política.

Galeano es un fan del futbol, y su tipo de literatura basado en la anécdota y en la parábola (aquí me ha salido otro símil futbolístico) se presta a ello. No he leído su libro El fútbol a sol y sombra pero me imagino que como todos sus libros debe estar lleno de pequeñas historias llenas de belleza (le he regalado varios de sus libros a mi madre en Navidad y el recurso siempre funciona porque luego siempre me dice que lo ha disfrutado mucho). Me hizo gracia cuando vino a Barcelona, y declaró que el único mesianismo que valía la pena, era el de Lionel Messi.

Galeano
A la pregunta del periodista Jaume Barberà en su programa Singulars de: ¿Para qué sirve la utopía? Galeano respondió:

"Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar."
Eduardo Galeano.

Me he enterado que hace unos días que Eduardo Galeano está en un Hospital de Montevideo algo delicado, y mientras parece que le hacen unas pruebas, ha cancelado todos los próximos compromisos que tenía apalabrados. Sea lo que sea, espero que se recupere pronto.

En el programa Singulars del que antes hablaba, Galeano recitó el siguiente poema

Eduardo Galeano - Utopia

Que tal si deliramos por un ratito; que tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible.
El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;
en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;
la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;
el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;
se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;
en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;
Nadie vivirá para trabajar, pero todos trabajaremos para vivir,
los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;
los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;
los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;
los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;
la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie, nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;
la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;
la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;
nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;
los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;
los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;
la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;
y la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;
la justicia y la libertad, hermanas siamesas, condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;
en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;
la Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;
la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;
serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;
los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar.
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido cuando hayan nacido y hayan vivido donde hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa ni del tiempo;
Seremos imperfectos, porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.


Había un acompañamiento musical al post, pero mejor corto aquí, y coloco lo que seguía en un par de días, que si no luego me acusan de hacer unas entradas interminables...

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2 Comments:

Blogger Orion said...

Buenas.

"...nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión..."

"...la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla..."

Me encanta :)

Galeano debería permanecer por siempre entre nosotros, para no dejar de alegrarnos la vida y hacérnosla más llevadera (otra utopía). Gente así es la que consigue que al que suscribe le cueste menos trabajito levantarse por las mañanas y echarse a la calle (casi ná, en estos tiempos que corren). Galeano, al igual que Saramago, Ayala o Sampedro, entre otros, representa la oposición a esta corriente alienante, individualista e insolidaria en la que estamos inmersos y por la que nos dejamos arrastrar, en mayor o menor medida.

Lo que dice sobre la policía, me ha hecho recordar un fragmento de "Trilogía sucia de la Habana" de Pedro Juan Gutiérrez:

"Aquel tipo era un retorcido con alma de esbirro. Le habían inyectado bien en el cerebro la ilusión de su poder. Es el único método para fabricar mercenarios: convencerlos de que forman parte del poder. En realidad ni siquiera pueden acercarse al trono. Por eso los escogen entre los más rústicos. O entre los más retorcidos y enrevesados. Al final, cuando los años ya les pasaron por arriba, tienen una estupenda sensación de fracaso y derrota y de haber perdido el tiempo. Disfrutaron del poder de las armas de fuego, de tener un palo en la mano, de decidir sobre los demás ciudadanos y humillarlos y darles golpes y empujarlos a una celda. Algunos comprenden entonces, con el higado hecho pedazos, que son unos brutos infelices con el garrote en la mano. Pero tienen tanto temor que no pueden soltarlo".

¡Saludos!

11:03 p. m.  
Blogger Vigo said...

De vez en cuando está bien que alguien como Galeano nos diga en que nos estamos equivocando como sociedad. Y aunque solo sea por tenerlo como una voz de alarma en nuestras consciencias ya vale la pena.

Muchas de sus ideas hasta les tenemos un poco de miedo, porque cambiarían de arriba a abajo la sociedad a la que estamos acostumbrados. Pero me imagino que sería un mundo múchisimo mejor. En algún lugar leí que algunos pensadores decían que la siguiente revolución será la del espíritu, en la que las personas retomaremos los valores de la solidaridad o la dignidad.

Es muy triste ver ahora con la crisis, muchísima gente en Barcelona durmiendo como vagabundos, y otros muchos recorriendo todas las noches los containers a ver si encuentran algo de valor.

Recuerdo el programa ese de que traían a varias personas de una remota tribu a ciudades modernas, y la cara que se les quedó cuando vieron a un pobre tirado en medio de la calle durmiendo. Ellos no podían entender que alguien pudiera vivir así, y que el resto de la sociedad lo permitiéramos.

Estupendo ese fragmento de Gutiérrez (no he leído nada suyo pero siempre he sentido debilidad por el realismo sucio, y de él he oído hablar bastante bien).

El fragmento recuerda lo que el psicólogo Philip Zimbardo denomina "el efecto Lucifer" (es el del experimento en la prisión de Standford).

Orion, siempre compruebo que has leído muchas de las cosas que a mí me gustaría leer... Si las memorias fueran intercambiables me "ahorrarías" muchas horas de mi vida ja,ja. xD

10:20 p. m.  

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