La Librería

Pequeños retales de literatura

martes, septiembre 27, 2011

Interpolación: el tigre Simenon

El Tigre
Iba y venía, delicado y fatal, cargado de infinita energía, del otro lado de los firmes barrotes y todos lo mirábamos. Era el tigre de esa mañana, en Palermo, y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere Khan, y los tigres que fueron y que serán y asimismo el tigre arquetipo, ya que el individuo, en su caso, es toda la especie. Pensamos que era sanguinario y hermoso. Norah, una niña, dijo: Está hecho para el amor.
Borges

Pasen y vean, señores y señoras. Pasen y vean al animal. Al monstruo. No le tengan miedo. Está bien encerrado y no conseguirá hacerles daño. Es más, su espectáculo les entretendrá. Traído desde muy lejos para que ustedes puedan contemplarlo. Pero sobretodo, traído para que ustedes lo entiendan. Y deben comprender muchas cosas y estudiarlo detenidamente antes de prejuzgarlo. Nunca tuvo la voluntad de hacer daño, pero su instinto es dañino para los demás. No deben acercarse demasiado a la jaula, porque aunque ahora lo vean calmado, es irascible, y capaz de destrozar a cualquiera que se encuentre al alcance de su furia. Deben comprender que esa mirada entre triste y rabiosa se debe sobretodo a que ansía la libertad y no hay nada que pueda atarlo. Por lo que todo aquel que intenta siempre encerrarlo corre el riesgo de sufrir al final la furia de su ira. Odia estar enjaulado y ni siquiera unos barrotes de oro servirían para apaciguar su rabia. Le gusta la carne humana. Le gusta el sabor de la sangre. Y le gusta demasiado el olor de las hembras. Dos matrimonios a cuestas e innumerables amantes lo corroboran, y el problema es que entre las que pasaron por su cama está su secretaria, su ama de llaves, su cocinera y dios sabe cuántas más. Corre el rumor que quizás fuesen diez mil mujeres las que pasaron por su cama, y entre ellas tuvo como amante a la inolvidable bailarina y cantante de blues Josephine Baker, estrella mulata del cabaret durante los años locos parisinos. Aunque esa cifra de diez mil mujeres encamadas quedó desmentida por una de sus esposas, que dijo que ya serían menos, quizás unas… mil doscientas. Asiduo a las prostitutas, el gran Simenon cada día podía tener dos o tres mujeres de la mala vida esperándole en su Rolls Royce, traídas por uno de sus voluntariosos chóferes; recogidas directamente del prostíbulo más cercano para satisfacer el inagotable apetito sexual de Simenon. En su lista de damnificadas, tenemos a su segunda mujer, dominada por el alcohol y con una biografía salpicada de intermitentes estancias en psiquiátricos. Pero sobretodo la más dañada es su preciosa hija Marie Jo, muerta por suicidio cuando sólo tenía 25 años, por una bala que le atravesó el corazón. El motivo del suicidio quedará sólo para ella, pero una de las causas que la desequilibró sin duda era la de creerse enamorada de su propio padre. ¡El gran Simenon que construyó su propio harén entre sus dominios, con mujeres a las que pudiera poseer cuando le viniera en gana! En su castillo de Echandens –uno de los treinta y cuatro domicilios en los que residió-, nunca rigieron los convencionalismos puritanos, sino que allí solo imperó el impulso del corazón transmutado en deseo.

¡Pero no se crean que le juzgo con dureza! Simenon tiene una cualidad que le salva de cualquier reproche: Simenon ama la vida y por ello sencillamente sé que la exprime al máximo. Quiere con locura a sus hijos, y tiene un atractivo especial ante el resto del mundo; siempre es el centro de atención en cada fiesta que monta. La gente se rinde fascinada ante su humilde y simpática oratoria. Pero sobretodo hay una cualidad que le hace destacar por encima del resto de los mortales: escribe, escribe y escribe… apenas corrige lo que sale de su máquina de escribir y suele publicar unos cinco libros por año. Vive para la literatura, alterna sus encuentros con la jet set, con periodos en los que se aísla en su castillo con su familia, y la decena de personas que trabajan para su servicio. Nadie le ha regalado nada, ya que proviene de una infancia pobre y es en realidad entre los pobres donde el dice sentirse más cómodo, y sin embargo su éxito le ha convertido en uno de los escritores más ricos del mundo. Los capítulos de sus libros salen del rodillo de la máquina de escribir como si de una imprenta se tratase. Nadie le debe molestar mientras está escribiendo, porque es así como consigue el grado de concentración necesario. Para escribir necesita alcanzar una especie de trance en el que su pensamiento se vea totalmente inmerso por la atmósfera de sus novelas, ambientadas normalmente en el París de los bajos fondos. Simenon debe meterse en la mente del delincuente, la mujer despechada o el detective intuitivo. Cuando escribe debe sentir tanto el sufrimiento y la culpabilidad, debe empatizar esos sentimientos para así poderlos plasmar sobre el papel. Pierde casi un kilogramo entre sudores, después de cada jornada como escribiente. Simenon mientras escribe redime su pena y a la vez exorciza sus propios dolores del alma. Cuando escribe se libera.

Tiene un prolífico record: es capaz de teclear ochenta páginas en un sólo día de una calidad más que aceptable. Los críticos se muerden las uñas ante tamaña producción. Sus libros se amontonan en las librerías, en un número que ronda la cifra de quinientos. Las ventas se multiplican. Escritor de numerosos pseudónimos, de folletines, de novela rosa o novelas eróticas. Innumerables artículos y cuentos salen de su fecunda mente. Pero sin duda los libros que le llevarán al éxito más absoluto son sus 78 novelas sobre las aventuras del inspector Maigret.

Georges Simenon era un genio en cuanto a lo que literatura se refiere, y sin embargo una cosa no quita la otra, Simenon es un espécimen peligroso para el género femenino, porque raras son las personas que no sucumben ante el ataque de los celos.
Simenon Cage au verre
Allá por 1927, Eugène Merle, director de varios periódicos parisinos, le lanza un reto a Simenon: deberá escribir una novela dentro de una jaula de cristal a la vista del público. La jaula que se colocará sobre una plataforma en el Moulin Rouge. El público le marcará los detalles de la trama y durante tres días Simenon permanecerá a la vista del público tecleando con su máquina de escribir. Y comenzará y acabará el libro encerrado por paredes de cristal. Eugène le ofrece 50.000 francos de entrada –una cantidad más que considerable para la época- pero al finalizar el acto Simenon cree que entre unas cosas y otras puede llegar a ganar 200.000 francos. Simenon por entonces es joven, ni siquiera a cumplido los veinticinco años. Lo acepta de inmediato incitado por su instinto, y creyendo que será un campaña de marketing que acrecentará su fama. La jaula de cristal se comienza a fabricar. Pero la crítica literaria se ceba con él y con el proyecto, al considerar que está rebajando el estatus de los escritores a monos de feria. La presión mediática hace que se paralice el experimento sociológico. Este gran hermano literario nunca se llevará a cabo y pasarán muchos años hasta que la televisión popularice este tipo de shows televisivos. Sin embargo la leyenda del escritor enjaulado se instaurará en la mente de muchas personas y seran muchos los que imaginaran que vieron a Simenon encerrado en la jaula de cristal, por lo que numerosas biografías darán la anécdota como realizada. Quizás porque Simenon tampoco se molestó demasiado en desmentirlo, quizás porque Simenon siempre fue el máximo artífice de su propia leyenda...

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

A partir de septiembre de 2012, la editorial Acantilado emprenderá la publicación de la obra completa de Simenon. Los primeros títulos serán: Los vecinos de enfrente, La casa del canal, El perro canelo y El gato.

5:54 p. m.  

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