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Pequeños retales de literatura

lunes, abril 18, 2011

Sakura o flor del cerezo

Sakura, flor de primavera. Tu sonrisa florece por todo el campo y tu piel blanca recubre la vereda como si un manto de nieve arropara a la tierra. Son tus pétalos en racimo los que despiertan la rama yerta; nubes celestiales que culminan el germinar del suelo fértil. Mientras el tiempo marca el paso de las estaciones de forma tiránica. El ciclo de la vida y de la muerte en un inevitable tránsito. Son las trece lunas las que llevas en la afilada guadaña, con la promesa de que en verano segarás la cosecha de trigo. Sakura, ¿debo hacer caso al brillo de esperanza que veo en tus ojos? Te miro la cintura, y veo como la hoja del cerezo rodea tu cuerpo, en una alambrada de cicatrices y espinas, que aprisionan tu ombligo redondo. Pero es la fragilidad de tu piel lechosa, tan suave al tacto de mis dedos lo que me fascina. ¡Eres tan joven! ¡Eres tan pura! Eres una dulce geisha que transformaste la piel en un delicado algodón de azúcar. Aparto los mechones de tu frente, y descubro tu nuca, liberada por un par alfileres de bambú, que recogen tu cabello en un moño ceremonial. Bebo de tu cuello virginal. Sakura, mi pequeña niña de ojos rasgados.

Traes la belleza concentrada en los pequeños brotes verdes que acampanados se abren voluptuosos y dan lugar al misterio de la estrella naciente. Pero tu flor nívea es tan pequeña y frágil, que se desprenderá con la fuerza caprichosa de la ventisca o la tormenta. Cuando llores, Sakura, llenarás de lágrimas blancas el susurro de la brisa, y tu sollozo te deshojará hasta dejar al descubierto tu corteza desnuda. Sé que la belleza de este momento se deshará en un instante fugaz y me preocupa si estaré a la altura. Temo intentar coger tus lágrimas y que estas se escurran entre mis dedos, y que todo mi esfuerzo se vuelva inútil. Temo sobretodo quedarme perplejo ante la imagen desprendida de tu nieve de bailarines pétalos cayendo a mi alrededor. Los dos sabemos que no llegará el otoño a marchitarte, sino que tus flores descenderán temblorosas con la misma suavidad que ofrecen las caricias de tu lengua. Tampoco llegarán las arrugas a tu rostro, aunque haré que en mi recuerdo permanezcas así: impoluta y eterna.

Sakura. ¡Traéme la vida en esta mañana alegre de abril! Tráemela aunque sea tan efímera que luego me duela. Brota de tus montañas de hielo, el agua helada. Despierta el torrente que albergas en tus entrañas; que vuelva el río a ser río, y tus ojos a los míos; que vuelva el canto matinal de los pájaros, y tu boca a mi boca; que vuelva el fruto dulce y rojo a preñar tu vientre y que amanezcamos a la mañana abrazados juntos en este día de abril. Hemos de ser capaces de seguir hacia delante, de alimentar en este último día nuestros besos desesperados, aunque seamos conscientes de que mañana todo se habrá terminado. ¿Qué nos quedará entonces Sakura? Quedará el carmín rojo de tu boca marcado a fuego en mi piel; quedará la huella rosada de tus finos labios sobre mi cuello. ¿No es eso suficiente, Sakura? ¿No tendrás bastante?

Dame la vida, Sakura, que si mañana mueres, morirás abrazada a mis brazos. Qué tu misma generosidad es la que me endeuda hacia un compromiso eterno; haré un pacto de dioses que servirá para redimir mis incumplidas promesas; prometo que si todo lo que se crea es verdad que está condenado una trágica extinción, al menos estas palabras fijarán tu recuerdo en la memoria de mi corazón.

No temas, flor de primavera. No temas tu agonía, que mis besos velarán tal Romeo tu último aliento. Te juro que tu recuerdo se perpetuará en el hálito de vida que me has insuflado. Te irás para no volver, quizás vuelvan otras, pero ninguna volverá a ser la princesa blanca a la que rendí los besos de mi boca.



Sakura

La flor de Sakura es como se llama a la flor de cerezo en Japón, y éste es uno de los árboles de mayor tradición dentro de la cultura japonesa. Se la considera casi como la flor nacional, pero no tiene el reconocimiento oficial como tal. E Igual que extremadura se tiñe de blanco cuando llegan estas fechas en el Valle del Jerte, en Japón se espera con devoción la llegada de la primavera y el florecimiento de los cerezos que crecen habitualmente en sus parques o jardines. Incluso cuando llega el mes de abril, los telediarios dedican una parte de su tiempo a ir explicando por donde va avanzando el frente de florecimiento de los cerezos (sakura zensen), que comienza desde el sudoeste y va avanzando hacia el noreste.

La variedad más común de cerezo en Japón es el Somei Yoshino, que cuando florece da una flor blanca, moteada de un rosa pálido. La flor no llega a marchitarse, sino que es tan frágil que en apenas unos días se desprende de la rama por la acción del viento. Los japoneses interpretan este suceso como una metáfora de la vida y la muerte. Pero es una muerte en el punto álgido de la vida. La belleza y la tragedia de una muerte joven. Se le identifica también como la belleza femenina y también como un augurio de buena suerte.

La flor durará unas dos semanas, aunque si hace mal tiempo, puede incluso llegar a caer en el mismo día de su florecimiento. Durante esos días se celebra una de las festividades más tradicionales japonesas: el Hanami (Hana: flor). En estas fiestas la familia, amigos, compañeros de trabajo, estudiantes o parejas, se reúnen a la sombra de los cerezos florecidos, y allí hacen un picnic al aire libre. Una fiesta que puede durar hasta entrada la noche, si es así, la denominan Yazukura (cerezos nocturnos).

Existen varias leyendas japonesas entorno a los cerezos, una de ellas dice que a un monje se le apareció el dios de la montaña en el monte Yoshino (al sur de Osaka), y éste dibujó su rostro tallándolo en la corteza de un cerezo. Desde entonces en la montaña Yoshino es un lugar lleno de templos y santurarios en los que se venera a los cerezos como dioses. Actualmente la montaña de Yoshino tiene unos 30.000 cerezos, y todos los japoneses sueñan con viajar allí en primavera al menos una vez en su vida.

Otra leyenda explica las dos variedades típicas de la flor del Sakura, la blanca y la que tiene tiene una tonalidad rosa. Según la leyenda las primeras flores de los cerezos sólo eran de color blanco. Pero durante la época mejí era muy normal que muchos samuráis fueran llamados a la guerra, y permanecieran mucho tiempo alejados de sus casas. Para que las mujeres no les fueran infieles a sus maridos guerreros, se impuso una ley en la que una mujer casada con un soldado que estuviera en batalla, no podía tener trato con otro hombre, con la excepción que se tratase del trato que obligaban los vínculos familiares. La ley establecía que cualquier mujer quedaría libre para volverse a casar o juntarse con amigos, si ésta probaba que su esposo había muerto en la guerra. Sin embargo se cuenta que ninguna de las mujeres de los samuráis, acudió a esta ley, sino que ellas mismas se suicidaban cuando les comunicaban que sus maridos habían fallecido. Y esto lo hacían frente a un árbol del cerezo, símbolo del bushido (código del samurai). La sangre derramada junto al cerezo, la absorbía el árbol, y las flores blancas, quedaban convertidas en flores rosadas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el cerezo también fue un símbolo utilizado para alimentar el nacionalismo del pueblo japonés. Los pilotos kamikaces pintaban las ramas de cerezos en sus aviones antes de emprender una misión suicida. Y se entendía cuando se pintaban los pétalos de la flor del cerezo cayendo, que se representaba el sacrificio que cometían los jóvenes en las misiones suicidas, con las que se honraba al emperador. Incluso se popularizó la creencia de que las almas de los pilotos suicidas se reencarnaban en las flores del cerezo.

Y como ya he escrito demasiado sobre las cerezas, y se me están poniendo cara de máquina tragaperras termino ya. Solo tres videos que he encontrado mientras buscaba información, y me han gustado : 1. Por si quieres hacerte un maquillaje tipo “Sakura”. 2) Si eres fan de Naruto y deseas saber algo sobre la hipotética muerte de Sakura (1º Con música de 3 Doors Down y el 2º con Finger Eleven) .

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4 Comments:

Blogger Doctora said...

Qué fuerte lo de las hojas suicidas,aunque creo que algo parecido decían del árbol del que se colgó Judas.

8:06 p. m.  
Blogger Vigo said...

Muy intereresante el dato Bea. No conocía nada sobre el árbol de Judas (También llamado Cercis o árbol del amor). Ya de por sí me llama la atención esa dualidad de Judas y amor.
Tiene una floración muy parecida a la del cerezo. Y dice la leyenda que si te besas debajo de él, ese amor se hará eterno.
Es bueno saberlo, ¿verdad?
Ahora sólo me queda descubrir donde diablos hay alguno por mi ciudad. :D

6:29 a. m.  
Anonymous Mariana said...

De quién son los párrafos iniciales? por la bastardilla y las comillas parecen cita... ¿es esto así?

4:31 a. m.  
Blogger Vigo said...

Preguntabas hace un mes sobre un texto en bastardilla que había en mi blog sobre la flor del cerezo (Blogger me avisa de muchos comments no sé por qué, y entonces solo llevo al día los comments de mis posts más recientes). Pero me apetece contestarte ahora que lo he leído, perdona por el retraso. El texto es mío en un día de inspiración. Puse la bastardilla porque no es el tono con el que suelo escribir, sino que estaba escribiendo algo con mucha delicadeza para una persona. Ojalá me saliera ese tono con una cierta facilidad, pero lamentablemente solo me sale en días especiales; dominado por sentimientos de ternura o rabia, según el caso.

Muchísimas gracias por comentar. Tu interés ha inflado mi ego ;-)

1:08 a. m.  

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