La Librería

Pequeños retales de literatura

sábado, junio 16, 2007

Versión libre sobre un poema de Antonio Machado

Guiomar, dulce Guiomar, encontrada en el malecón donde a Vinicius de Moraes se le abrió el mundo al descubrir el contoneo de las caderas de su chica de Ipanema. Mi querida Guiomar, paseabas tus tobillos blancos de nácar sobre la cálida playa, mientras lenguas plateadas besaban tus pies. Y yo te dibujaba en mi mente, como el pintor que ansía capturar la realidad del instante, sabiendo que en el fondo es tarea inútil, pues está escrito en el libro de la vida, que todo lo que es intenso no debe perdurar. ¡Ay Guiomar!, escribiré tu nombre sobre la arena, y dejaré que cuando suban las aguas preñadas de luna, lo devuelvan al mar, pues tu siempre fuiste una bella sirena donde yo era un simple y torpe pescador. Pero no olvides Guiomar, que si cada día reparaba las redes y dejaba que mis dedos se agrietaran bajo el castigo del árido sol, era porque una vez cuando era pequeño ví tu reflejo moverse sobre el agua cristalina. ¡Ay Guiomar! Resuenan coros cristianos a lo lejos, para recordarnos que he de mirarte a los ojos, y no puedo dejar de pensar que lo único que me apetece es echar mi barca a la mar.

Sirena

La foto es de Katrina Stranger

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