La Librería

Pequeños retales de literatura

sábado, junio 02, 2007

De quesos y besos

Hablaremos un poco del día de ayer, que por varias razones fue un día muy especial. Pero como decía la televisiva Mayra Gómez Kemp: “Hasta ahí puedo leer”, así que no sean malos y no me tiren de la lengua. Ayer celebramos uno de esos macrocumpleaños que periódicamente se celebran dentro del seno del grupo de Sants –mi grupo de amiguetes de toda la vida-. Reunidas unas veinte personas en el restaurante Opalina con especial atención en el espectáculo del reparto de regalos.
Estuvo muy gracioso que uno de los cumpleañeros: don Anjo (con el que habitualmente hacemos negocios financiando el chino de al lado de mi casa, a cambio de un quimérico barco de jade) se currara un dibujo de todas las personas que se pueden considerar que pertenecen al grupo, aunque sean ya unos cuantos los que por el precio del ladrillo vivan ahora en extrarradio de nuestra city). Fue muy divertido juzgar sus dotes de dibujante, mientras todos jugábamos a identificar a las personas que componían el dibujo enmarcado. Dibujo que fue regalado a Isaac y Nuria, como compensación a deudas pendientes, y que ayer estuvo especialmente apropiado.
Y puestos a contar algo contaré algo que seguramente no merece la categoría de ser contado, pero que para mí tuvo una cierta gracia aunque la mayoría de la gente no captó la ironía. Supongo que siempre ha habido una conexión especial entre Isaac y yo (es que nos conocemos desde que teníamos menos de diez años y ya desde entonces tenemos la buena costumbre de reírnos de todo).
Estuvo muy ocurrente Isaac, gran gourmet del queso -rasgo que seguramente le viene por parte de su afrancesada madre- comprobó como el surtido de quesos que tenía delante había volado en un pis pas, y con un impostado enfurecimiento exclamó levantándose de la mesa: “¿Quién se ha comido mi queso?”. Luego ya remató la jugada regalándole a Roberto una especie de libro de economía para no economistas, del que me es imposible recordar el título preciso, aunque si que recuerdo que cuando ví que la portada de un libro asomaba por el papel de regalo, adopté mi papel de bibliófilo inquiriendo por el título a Robertinho, y este me respondió con una sonrisa acompañada con ese gesto que se hace arqueando las cejas y que indica desconcierto.
Y ahora mi guinda personal, una pregunta nerudiana: ¿qué hicisteis pálidas lombrices del queso capitalista?

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