La Librería

Pequeños retales de literatura

viernes, octubre 13, 2006

Bombea corazón...

Bombea corazón, se cáliz de mi sangre; sé mi amigo y hermano; la sombra en mi camino. Puede que sólo seas el único que me comprenda, y como tal, el único punto de apoyo que necesite. Bombea corazón, con furia y con rabia, bombea a borbotones lava hirviendo por mis venas. Quémalo todo, hasta ya no quede nada, pues si ya soy fuego que se quema, ¿qué me importa arder en mil hogueras? Tu lección debe ser enseñarme a dominar la fría lava que dejo siempre tras mis pasos. No quiero equivocarme, porque si alguna vez debo pedir perdón quiero no tener que arrepentirme demasiado de lo que hice o de lo que dejé de hacer. Pero a veces los caminos son demasiado enrevesados, y los hay que tenemos una cierta predisposición a quedar perdidos. Por eso debes bombear, mi corazón, ser faro de luz para el marinero que navega junto a la costa y ofrece su vida ante el inminente naufragio.
Sé más fuerte que yo, sé más fuerte que los demás. Que nadie te pueda echar en cara mis múltiples errores. Debes ser por ello aún más listo de lo que siempre fuiste y enseñarme el camino otra vez. Mientras los peones en la batalla avanzan hacia una muerte segura, tu y yo sabemos que la verdadera partida se juega fuera del tablero, es una guerra de uno contra mil, es una guerra de uno contra uno, es una guerra en la que terminamos mirándonos en el espejo. Oh mi corazón! Aquí sólo estamos tu y yo ahora y ésta es nuestra batalla.
No importa tanto ganar, sino hacer una buena apuesta para que al final podamos salir con la cabeza bien alta y el cuerpo no demasiado lastimado. Por eso corazón debes bombear con sabia precisión mis sentimientos. Debes ser el tic tac constante que encadene el respirar de mis latidos. Golpes de pistón de mi ventrículo a mi aurícula, como los mismísimos golpes que te da la vida.
El pulpo, al que aquí siempre se le rinde culto, tiene la dudosa cualidad de tener tres corazones, dos bombean sangre sin oxígeno, mientras que el otro es el único que bombea sangre oxigenada, pero ni aún así nunca verás roja sangre en el interior del octópodo. Hazle un tajo de arriba abajo en su piel gelatinosa y verás que el goteo es azulado. ¡No corazón, que mi sangre sea roja! Porque necesitas teñir de violencia mis pasiones para seguir funcionando a ritmo imperturbable.
Oh Kraken de las profundidades, ten cuidado si naufrago, porque que me temo que si caigo en tus aguas me veré capaz de arrancarte tus tres corazones a dentelladas.

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