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Pequeños retales de literatura

domingo, abril 17, 2005

El día de mañana puede ser mañana

Pasan los segundos con una puntualidad extrema. Tac Tac Tac. Oigo como repiquetea el latido del tiempo en mi cabeza. Tac Tac. Miro mi reloj, y al cabo de una mínima secuencia debo dejarlo. Tac Tac Tac. Me veo capaz de enfermar de locura si continúo mirando el recorrer mecánico del secundero. Tac Tac. Me pregunto si el verdadero enemigo es el tiempo o soy yo mismo. Mi exigencia. Tac. Mi impaciencia. Tac. Mi locura. Tac. ¿O será todo un problema de mi estupidez? Tac Tac. Pero está es condición de humanos. Todos hemos sentido alguna vez esa maldita sensación de levedad. Tac. Tac. Tac. Siento, que como Baudelaire, acabaré viéndome derrotado en cada una de las batallas. Tac. No se puede luchar contra el tiempo. Tac. Tac. Entre amarguras y desdichas, entre alegrías y risas, pero inevitablemente esa ilusión de continuidad acabará por pegarle un mordisco al resto de mi vida. Tac Tac Tac.
Hace un rato vi por la tele un programa que hablaba de la soledad de los octogenarios (El título de este post son palabras textuales de uno de los protagonistas). El programa fue motivo para que mi guerra contra el tiempo se relativizara. Tac Tac Tac. Cambié de escala en la medida que pude. Tac Tac. Si mi cuerpo se acelerase hasta velocidades estratosféricas… entonces sería feliz. Tac Tac Tac. No puedo quitarme el continuo martilleo. Tac. No puedo desprenderme de ese pecado original que al que estamos vinculados. Tac Tac Tac. Calabozos de aire y yo suspendido con cadenas etéreas, sujeto al destino de las marionetas. Tac Tac Tac.
...masiadas horas detrás de la pantallita.
Si se preguntan de donde salió el original dibujo, les diré que pueden encontrar más aquí: bunny suicides. Tómense unos minutos para visionar la página, el link lo merece y seguramente no tengan nada mejor que hacer.

bunny suicides

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