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Pequeños retales de literatura

jueves, marzo 31, 2005

Cartas desde el infierno

Desde hace varias semanas tanto periódicos como televisiones, como si de un culebrón venezolano se tratara, nos ofrecen la concatenación de sucesos entorno al caso de Terri Schiavo, la mujer de Florida que permanece en un coma profundo desde hace ya quince años. Un marido enfrentado a los padres de Terri; asociaciones defensoras del derecho a una muerte digna enfrentadas por convicciones a grupos cristianos contrarios a la eutanasia; gente con opiniones a favor de la eutanasia frente a otros cuya sola mención de la palabra les parece un sacrilegio. Todos ellos han conformado un gran circo del cual es difícil salvarse, y donde la estrella principal es el sufrido cuerpo de una pobre mujer que permanece atada a una máquina electrónica, y que según parece, ésta le sirve a Terri como última conexión frente al mundo de los vivos. Una máquina que, como si de un vulgar electrodoméstico se tratase, es conectada y desconectada según el arbitrio de jueces y gobernadores.
Oídas las partes, creo que la correcta resolución es desconectar la maldita máquina. Porque el marido –tutor legal- alega que ese fue el deseo que Terri declaró en vida en un hipotético por si acaso; conversación que parece que fue oída por varios amigos de la pareja. Y por supuesto, porque los médicos dicen que no hay posibilidad de que Terri se recupere, y porque su estado es totalmente vegetativo: no es consciente de absolutamente nada, y ni siente ni sentirá un único sentimiento que le pueda aferrar a la vida.
Hace muchos años, cuando el tetrapléjico Ramón Sampedro aún vivía y luchaba por su muerte y mucho antes que el fenómeno Amenábar hubiese llegado a las pantallas, vi un reportaje sobre Ramón por la televisión; seguramente uno de los primeros reportajes que hacían público el caso. Recuerdo el impacto que me produjo, ver un hombre tan lúcido cargado de tanto sufrimiento. Supongo que por aquel entonces yo era demasiado joven, y debía creer en cosas como lo fácil que podría ser cambiar el mundo. Así que le escribí una carta a Ramón y me es motivo de orgullo, el pensar que seguramente la leyó, y que tal vez mis palabras sirvieran para aliviar un poco su dolor, aunque fuera tan sólo por unos minutos.
Años después tras la muerte de Ramón, caería en mis manos el libro Cartas desde el infierno. Pocas veces me han ofrecido una lección tan clara de la vida. Escoger un fragmento de éste, es una tarea realmente fácil, para ello sólo hay que abrir una página al azar.

“Ninguna libertad puede estar construida sobre una tiranía. Ninguna justicia sobre una injusticia o dolor. Ningún bien universal sobre un sufrimiento injusto. Ningún amor sobre una obligación. Ningún humanismo sobre una crueldad, sea cual sea el ser viviente que la padezca. La diferencia entre la razón ética y la creencia fundamentalista es que la primera es la luz, la liberación; la segunda la tiniebla, la trampa infernal”.
Ramón Sampedro -Cartas desde el infierno-

Lo más preocupante del caso es que tengo la sensación que últimamente han surgido unos nuevos grupos de presión, compuestos por fundamentalistas cristianos. Parece absurdo... pero que se lo digan a las juventudes socialistas que hace poco se enfrentaron a tortas con un grupo de estos supuestos cristianos, en una de las calles de nuestra ciudad; que se lo pregunten a la gente que asistió al concierto de Javier Krahe en la Sala Luz de Gas y que se encontraron en las puertas del local, con pancartas pseudocristianas que increpaban al artista. Y todo esto ocurría, mientras en EEUU el marido de Terri Schiavo denuncia que ha recibido amenazas de muerte. Todo un contrasentido, tan irreal que no deja de estar cargado de cierta comicidad. Verdaderamente, me resulta difícil considerar a esos grupos como ejemplos representativos del ideal cristiano.
Pero bueno tampoco puedo presumir yo de ello, y tal vez lo que diga ahora, entre en la categoría de blasfemia, pero si pudiera escoger, desde luego preferiría la muerte dulce del señor Sampedro, que la agonía a la que parece avocado nuestro Papa Juan Pablo II.

Ramón Sampedro
Nació el 5 de enero de 1943 en Xuño, una pequeña aldea de la provincia de La Coruña. A los 22 años se embarcó en un mercante noruego en el que trabajó como mecánico. Con él recorrió cuarenta y nueve puertos de todo el mundo. Esta experiencia formó parte de sus mejores recuerdos.
El 23 de agisti de 1968 cayó en el agua desde una roca. La marea había bajado. El choque de la cabeza contra la arena le produjo la fractura de la séptima vértebra cervical.

Hace treinta años que vivía su tetraplejía soñando con la libertad a través de la muerte. Su demanda jurídica llegó hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo sin que llegase a prosperar. En los medios de comunicación reivindicó su derecho a una muerte digna y en enero de 1998 en secreto y asistido por una mano amiga, consiguió su propósito.

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2 Comments:

Blogger Fatal Espejo said...

Hola, Vigo, un saludo. Deberías ver cómo se está alzando en México el fundamentalismo religioso, acunado incluso en varios lugares del poder público. Cuando lo pienso, acabo siempre en Boecio o en otros sitios igual de desolados...
Mientras volvemos o no la Edad Media (el "o no" es coloquial y vacilante), te envío muchos saludos.

7:58 a. m.  
Blogger Vigo said...

Alberto e Iria, los dos estáis al otro lado del charco, así que creo que sabéis mucho mejor que yo de lo que estoy hablando, indudablemente la peor parte de ese fundamentalismo creo que se lo lleva la sociedad norteamericana. Capaz de escandalizarse por ver el pecho de Janet Jackson por televisión, e incapaz de plantearse seriamente los motivos por los que sus tropas estén en Irak.

6:39 p. m.  

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